Luis Joaquín Jaubert. 13 de noviembre.
Hace justamente un año una senadora socialista, Mercedes Aroz, con 32 años de militancia, dejaba la política activa por sus discrepancias con un PSOE que aprobaba leyes como la del mal llamado "matrimonio" homosexual o la de la investigación con embriones que chocaban frontalmente con su compromiso cristiano. Anteriormente, en el mes de marzo de 2006, Benedicto XVI recibía a un grupo de parlamentarios europeos del Partido Popular. El Papa les recordaba algunas ideas básicas para la actuación del católico en política a las que, por supuesto, los representantes españoles, y supongo que sus colegas del resto de Europa, no hicieron ningún caso. Tal vez el error estaba en suponer que quedaba algo de cristiano en este tipo de partidos cuando recordó Su Santidad que este encuentro se situaba “en la larga serie de reuniones entre mis precursores y los movimientos políticos de inspiración cristiana”. Podemos resumir el mensaje papal en los siguientes pensamientos entrecomillados, exhortando a estos políticos a ser “testigos creíbles y constantes de estas verdades básicas en su actividad política”:
1.- Para lograr distintos objetivos que impliquen un debate sobre el modelo social, es importante “inspirarse con fidelidad creativa en la herencia cristiana que ha dado una aportación fundamental a la identidad europea”. “Europa será capaz de dar un rumbo seguro a las opciones de sus ciudadanos y de sus pueblos si valora sus raíces cristianas”
2.- “La protección y la promoción de la dignidad de la persona” exige una “atención particular hacia los principios que no son negociables: protección de lavida en todas sus etapas, el reconocimiento y la promoción de la estructura natural de la familia, como una unión entre un hombre y una mujer basada en elmatrimonio, defendiéndola de las tentativas de hacerla jurídicamente equivalente con formas radicalmente diferentes de unión que la perjudican y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su irremplazable papel social, y la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos”.
3.- Apoyar la tradición cristiana contribuye a “la derrota de una cultura claramente difundida en Europa, que relega a la esfera privada y subjetiva la manifestación de las propias convicciones religiosas (…) las políticas basadas en este supuesto no sólo implican el rechazo del papel público del cristianismo; generalmente excluyen además el reconocimiento de la tradición religiosa de Europa, que es tan clara”. El Papa sentenció que “oponerse a estos valores e ignorarlos, en vez de dialogar con ellos, sería un signo de inmadurez, cuando no de debilidad.”.
Los programas de los partidos no contemplan estos principios y sí lo contrario en distintos grados. Los votos conscientemente católicos, como alternativa española y católica, quedan reducidos a unos miles o a una abstención creciente.
En España, en su momento, faltaron junto a los muy acertados documentos doctrinales de nuestros obispos, decisiones públicas al estilo del Cardenal Pedro Rubiano Saenz, Arzobispo de Bogotá, cuando anunció la excomunión de los magistrados de la Corte Constitucional que votaron a favor de la despenalización del aborto, así como de quienes la promovieron o, más recientemente, en estos días, la del Arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno, quien declaraba que los diputados “que voten a favor de la legalización del aborto incurrirán en excomunión automática”, precisando que "los valores del ser humano no se plebiscitan, son anteriores a la razón humana, a la libertad". A lo mejor alguno de los diputados que pertenecen a movimientos católicos, en España, muy activos dentro de las paredes de los templos, pero que se someten al poder del partido, hubiesen asumido actitudes más en consonancia con sus creencias. Recuerdo al respecto la claridad de Mons. Guerra Campos, cuando este crimen iba a ser aprobado, y la de Mons. Gea, cuando iba a ser ampliado. Este último escribía: “les digo a los parlamentarios católicos que votan a favor de la ampliación del aborto: Si la Iglesia castiga con la excomunión a todos aquellos que toman parte en un aborto, pensad en vuestra responsabilidad delante de Dios al permitir y apoyar estos hechos delictivos. Estáis actuando totalmente en contra de vuestra fe. Reconoced que os habéis dado de baja en la Iglesia católica, en cuya fe y moral os habéis educado.”.
El disfrute del poder, inmerso en la partitocracia, se ha convertido en una religión y no se puede pertenecer a dos religiones. Lástima de políticos que dicen ser cristianos. La respuesta a la pregunta del título de este artículo es clara, no en el parlamento de España.
Fuente: Diarioya