viernes, 27 de marzo de 2009

El ocaso de la reflexión

Luis Joaquín Gómez Jaubert. 27 de marzo.

No están a la orden del día los razonamientos elaborados. Las premisas y las conclusiones de una buena lógica han desaparecido del horizonte de los creadores de opinión que han acostumbrado a nuestro sufrido pueblo a sólo saber recibir eslóganes o frases fáciles. La descalificación irracional ha entrado por las rendijas abiertas por un sistema educativo y por el correspondiente de valores. Tratar temas trascendentales con la simpleza de cualquier asunto banal es la gran acometida de unos gobernantes que han reducido la capacidad de pensar con la misma destreza que un jíbaro reduce las cabezas, desechando el cerebro, para destinarlas a constituirse en talismanes o trofeos.  Cada persona que deje de pensar, es un éxito para los poderosos de nuestro Occidente, un trofeo a añadir a sus ya repletas vitrinas.
Las reacciones a cada una de las propuestas, que responden a pensamientos muy meditados, del magisterio de la Iglesia son tan rápidas e irreflexivas como histriónicas. Se pretende, con estas manifestaciones, que sólo quede en la conciencia colectiva la fácil descalificación que impida que alguien se le ocurra reflexionar en las aportaciones que no se someten a la dictadura totalitaria de lo políticamente correcto y que, ade
más, presentan, a la consideración de todos, evidencias irrefutables.

Nos recuerda este tipo de comportamiento al que tuvieron muchos ante la evidencia de las obras buenas de Nuestro Señor. Sirva de muestra el siguiente pasaje evangélico: En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: Por Belcebú, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios (Lucas 11, 14-23). La respuesta de Jesús fue clara haciendo referencia a que un reino dividido no puede subsistir. Un pensamiento que cualquiera de los que reaccionaron negativamente podían haber tenido sino fuera porque, en su intención, sólo encontraban hueco frases destinadas a desautorizar a Aquél que se presentaba como Hijo de Dios. En esta línea de actuación, se deben enmarcar reflexiones tan “elaboradas” como las usadas contra las personas que deseaban objetar a la asignatura “educación para la ciudadanía”: rebelión frente a la enseñanza de valores democráticos o que no desean que haya buenos ciudadanos. Las últimas perlas de la irreflexión contemporánea, han visto la luz estos días. Veamos algunos ejemplos:

La campaña iniciada por la Conferencia Episcopal Española contra el aborto, después de infinidad de serios documentos de nuestros obispos con este fin, queda definida así por el portavoz socialista: es demagógica - la Iglesia quiere meter en la cárcel a las mujeres que abortan. No importa el trabajo de la Iglesia en favor de tantas madres que estaban en peligro de abortar, no tiene valor la labor impagable de un gran número de vidas salvadas ni la atención compasiva a tantas mujeres que, inducidas por los poderes públicos, abortaron y hoy sufren su pasada acción. ¡Y los expertos en ella usan un derivado de la palabra demagogia para calificar a los que no les dan la razón!

Frente a un razonado repaso del magisterio eclesial expuesto por el papa sobre cómo mejor evitar el SIDA, la respuesta mediática y de los gobierno de Francia, Alemania, España, etc., además de virulenta e injustificada se expresa como si los que “detentan” el poder hubiesen recibido un tremendo aldabonazo a sus conciencias. Me llamó la atención la de un representante de la derecha, Alain Juppé, en consonancia con los contravalores que comparten derechas e izquierdas en Europa: Este papa comienza a representar un verdadero problema, desde el momento que vive en una situación de total autismo. Se ha llegado a afirmar que la Iglesia desea la extensión de esta cruel enfermedad. No importa que las naciones africanas que han seguido las enseñanzas del magisterio católico sean las que han combatido eficazmente su propagación, reduciendo el número de contagios y que, en otros lugares “condonados”, siga aumentando; no importa que las comunidades eclesiales se hagan cargo de tantos enfermos que creyeron en la seguridad del preservativo.

Nos acercamos a la Semana de Pasión, dentro de un contexto histórico de auténticas pasiones irreflexivas.

 

Fuente: Diario ya

http://www.diarioya.es/content/el-ocaso-de-la-reflexi%C3%B3n 

viernes, 13 de marzo de 2009

Totalitarismo: secuestro de menores

Luis Joaquín Gómez Jaubert. 13 de marzo.

En la hipocresía o más bien maldad de los gobernantes y poderosos de nuestra sociedad contemporánea, todos con una infección de totalitarismo, destacan las posiciones adoptadas por los citados en torno a los menores. Hace un tiempo, en la página del día 11 de julio del año pasado, de este periódico escribía sobre la calificación que merecen de telepederastas aquellos personajes que, desde la comodidad de su sillón directivo de algunos medios de comunicación o desde el asiento en un parlamento, elaboran instrumentos jurídicos o de contaminación conducentes a la perversión de menores sea a través de la emisión de propaganda o de la promulgación de leyes. En este contexto, recordaba como un pederasta puede ser condenado por hacer presenciar una película a un menor, pero, en la realidad, no el dueño de una emisora que emite en un horario fuera de las permisividades, ya en sí mismas rechazables, de la ley  o el mismo legislador al conceder la posibilidad de que la voluntad de un menor, cada vez más pequeño, justifique la acción pervertidora de un mayor.

En esta actitud totalitaria, encuadramos, como un nuevo modelo no tipificado de secuestro, las decisiones de los que, aprovechándose de su posición en los centros de poder, fomentan, a través de leyes de educación o de la imposición de asignaturas con contenidos inmorales, el rechazo de la autoridad moral de los padres o de cualquier institución educativa para concedérsela a sí mismos. Se trata de una antigua aspiración de los regímenes totalitarios: hacer desaparecer cualquier poder social intermedio entre una persona concreta y los gobernantes. A los mayores se les da el pan y el circo porque ya han recibido una determinada formación y hay que tenerlos entretenidos, pero a los menores simplemente hay que esclavizarlos a un pensamiento único en nombre de la libertad y de la democracia que sólo ellos entienden. Desasistidos de consejos y apartados de los valores de sus mayores y de un tejido social basado en la familia natural, el menor se ve obligado a obedecer ciegamente a quien impone modas y corrientes de pensamiento.

En este orden de cosas, una ley que invita a las menores a no tener en cuenta a sus padres cuando una de ellas queda embarazada y, al tiempo, hace lo propio presentándole el aborto, asesinato legal, como una posibilidad es otra muestra de esta nueva modalidad de secuestro. Eso sí, como la hacienda de los poderosos hay que protegerla, el secuestro ha de salir barato: apartan a los padres de la formación de sus hijos, pero exigiéndoles que sigan proporcionando a su descendencia techo, comida, vestidos, cama y pago de los impuestos y matrículas para poder continuar manteniendo una línea de actuación en la que lo que debe transmitirse a los menores son los contravalores interesados del poder. Se trata, si no se rebelan, de constituir a los propios padres como cómplices de su pervertidora actuación.

Ya sólo falta una buena propaganda en la que los gobernantes y legisladores convenzan a todos que ellos son los que aman a los menores, los que quieren su bien, y si los cuidadores, cómplices por obligación legal, padres que los trajeron al mundo, profesores, etc., no colaboran adecuadamente por no compartir estas decisiones pueden ser denunciados por incumplimiento de sus deberes impuestos al servicio del totalitarismo.
 

Fuente: Diario ya

http://www.diarioya.es/content/totalitarismo-secuestro-de-menores

viernes, 6 de marzo de 2009

El Papa custodio de la comunión en la verdad y la caridad

Luis Joaquín Gómez Jaubert. 6 de marzo.

Ante la avalancha de injustos ataques, contrarios a la verdad y a la caridad, al Vicario de Cristo por su labor en pro de la comunión en la Iglesia recordamos, especialmente a algunos sedicientes teólogos, y además sediciosos, algunas verdades de Fe, en referencia al Siervo de los siervos de Dios, que nunca aparecen en sus reflexiones: Nuestro Señor constituyó a Simón piedra sobre la que edifica la Iglesia. Le dio las llaves de la misma y lo nombró Pastor del rebaño universal. Conciliar el amor de Caridad y la única Verdad  es la tarea de quien es llamado a apacentar las ovejas y confirmarlas en la Fe. En este sentido, Benedicto XVI en una meditación sobre el servicio a la comunión afirmaba que “la Iglesia del amor es también la Iglesia de la Verdad, entendida sobre todo como fidelidad al Evangelio confiado por el Señor Jesús a los suyos”. Podríamos decir, aprovechándonos de lo sentenciado para el matrimonio,  que lo que Dios unió en la Iglesia no lo puede separar ningún hombre ni mucho menos un papa garante de la unidad.

La interrelación entre estas dos realidades es tal que la falta de una termina afectando irremediablemente a la otra, fenómeno del que muchos hemos sido testigos en las últimas décadas amén de lo que los conocimientos históricos nos puedan aportar de otras épocas pasadas. No es de extrañar que una de las consecuencias lógicas de la ruptura entre Caridad y Verdad influya en la unidad por lo que el Santo Padre  quiso destacar en una de sus reflexiones que “es un preciso deber de quien cree en la Iglesia del amor, y quiere vivir en ella, interrumpir la comunión con quien se ha alejado de la doctrina que salva”. Aquel que fue encomendado por Jesucristo a pastorear Su rebaño observa y denuncia el peligro de los que envenenan y de los que por no actuar a tiempo, en coherencia con su Fe, son envenenados así como la responsabilidad de aquellos que están llamados a recordar estas verdades desde sus servicios de gobierno en la Iglesia, en palabras suyas “el don de la comunión es custodiado y promovido particularmente por el ministerio apostólico, que a su vez es don para toda la comunidad” o “la familia de los hijos de Dios para vivir en la unidad y en la paz, tiene la necesidad de quien la custodie en la verdad y la guíe con discernimiento sabio: es esto lo que realiza el ministerio de los apóstoles”.

El servicio a la Comunión a partir de la Caridad y de la Verdad, nos lleva a descubrir que “la fraternidad cristiana nace del ser constituidos hijos del mismo Padre por el Espíritu de verdad”. Querer basar la fraternidad, al estilo mundano de los que olvidan la Paternidadde Dios que nos hace hermanos, en una ideologización de la Fe, es abocarla al fracaso como se ha demostrado en varias intentonas de nuestra historia reciente. Es como querer, también iniciativa de nuestro tiempo que hace de la democracia una religión, afirmar una verdad por el número de asentimientos que la respaldan a lo que el Sumo Pontífice responde en otra excelente meditación recordando que “la verdad encuentra la fuerza en sí misma y no del consenso que recibe”.

El ser garante de la Verdad, sitúa al Papa no sólo como quien habla a los suyos, sino como Vicario de Cristo que, al igual que su maestro, se dirige a todos especialmente a los que gobiernan el mundo, muchas veces atentando contra la mismas verdades que la naturaleza de las cosas manifiestan, posición que le avala para afirmar: “las relaciones entre Estados y en los Estados son justas en la medida en que estas respetan la verdad. Cuando, en cambio, la verdad es ultrajada, la paz es amenazada, el derecho viene comprometido, entonces, con lógica consecuencia, se desencadenan las injusticias (…) Estas injusticias asumen también muchos rostros: por ejemplo, el rostro del desinterés y del desorden, que llega a lesionar la estructura de aquella célula originante de la sociedad, que es la familia; o también el rostro de la prepotencia o de la arrogancia, que puede llegar al arbitrio, haciendo callar a quien no tiene voz o no tiene la fuerza para hacerse escuchar, como ocurre en el caso de la injustita que, hoy, es tal vez la más grave, o sea, aquella que suprime la vida humana naciente”.

Fuente: Diario ya

http://www.diarioya.es/content/el-papa-custodio-de-la-comuni%C3%B3n-en-la-verdad-y-la-caridad