viernes, 29 de mayo de 2009

Cortinas de humo e inversión de la escala de valores

Luis Joaquín Gómez Jaubert. 29 de mayo. En la observación de algunas iniciativas, llamadas sociales por unos y tildadas como cortinas de humo por otros, se retratan éstos y aquellos. Todos hemos contemplado el espectáculo que nos han ofrecido las personas públicas, como consecuencia de los proyectos de leyes encade

nados y continuados, sin eslabones perdidos, en temas que socavan la dignidad del ser humano, en las defensas de los citados por sus propugnadores o en el intento de minusvalorarlos, al considerarlos como simples tapaderas, sus débiles opositores sin recalar ni unos ni otros en argumentos que nos lleven a la raíz de la maldad de este tipo de proceder.
La coincidencia, en el tiempo, de una crisis económica con discursos que plantean cambios legislativos, que afectan al derecho a vivir o al de los padres a educar a sus hijos, no nos ha de conducir a buscar otras realidades que las que derivan de una ideologización perversa plena de contravalores por un lado y de la inversión de la escala de valores por el otro. Como complementarias, ambas actitudes explican que, en nuestra sociedad occidental, irremediablemente, las batallas a favor de la dignidad de la persona parezcan todas perdidas si tenemos en cuenta el avance de este tipo de legislaciones que unos realizan y otros conservan.
Cuando se formula la pretensión de una ley perversa por parte del poder dominante, se está actuando en consecuencia con la finalidad que persigue la ideología del mismo. En España, el partido que gobierna tiene más interés en la imposición de sus contravalores que en la economía y más bien aprovechan la situación de crisis, como aliada, al encontrar a la sociedad en horas bajas para defenderse. Por tanto, no es el contravalor de turno el que se utiliza como cortina de humo para ocultar una crisis sino ésta como la posibilidad que se le brinda para imponerlo con mayor facilidad.
Como respuesta a los contravalores, desgraciadamente, encontramos la escala de valores invertida. Se propone un casi monotema que gira alrededor de la economía, centro de todo interés vital. Se presenta un pasado de éxitos económicos y un futuro en la misma línea. No se puede ofrecer un pasado de éxito en valores porque la práctica del aborto aumentó, los medios de comunicación no mejoraron en moralidad, algunos de líderes unieron parejas homosexuales de su propio partido y un no corto etcétera. El atacar las propuestas de los contravalores acusando a sus fautores de querer una cortina de humo para ocultar lo que, realmente, está mal, es decir la economía, manifiesta una doble y preocupante consecuencia: primera postergar, en su discurso, una crisis moral mucho más peligrosa que la material y, segundo, llevarnos a pensar que lo más importante en un programa es el bienestar material aún acompañado del asesinato de inocentes en el seno materno. 
Entre dos opciones que enarbolan como banderas una los contravalores y la otra la escala de valores invertida, el cristiano ha de trabajar por otra tercera que coloque a la persona, como centro de su preocupación, con toda su dignidad lo que implica proteger la vida, la familia natural y los derechos de los padres, nuestras raíces cristianas y todo aquello que siempre ha querido la doctrina social de la Iglesia por el bien de la humanidad. En otras palabras, una verdadera escala de valores. No interesa tanto que algunos políticos presuman de cristianos como que sus programas y compañeros de lista, que tendrán poder de decisión, lo sean. 

viernes, 15 de mayo de 2009

Responsabilidad y culpabilidad

 

Luis Joaquín Gómez Jaubert. 15 de mayo. El desconocimiento de las verdades fundamentales de la Fe, por parte de la mayoría de los católicos, es alarmante. Las vivencias de un bautizado van quedando reducidas a una sensiblería que hace referencia a tradiciones populares ligadas al pueblo natal o, incluso, a imágenes que, desde la perspectiva del sujeto, no tienen casi relación con la Virgen o con los santos que representan. Pregunten a los devotos de aquellos que ya pertenecen a la Iglesia celestial sobre cualquier aspecto de la vida de los objetos de sus devociones y entenderemos de lo hasta aquí afirmado. De hecho, pueden leer ofensas a Cristo, a María o a la Iglesia o contemplar impasibles películas con idéntico argumento sin sentirse ofendidos. ¿Qué da lo mismo que la Virgen tuviera más hijos o no o que los tuviera Jesús con la Magdalena? El alejamiento de muchos, que se confiesan católicos, de la dogmática católica, es mayor que aquel que sufrieron, por ejemplo, los primeros protestantes.

Algo similar sucede con el comportamiento moral de bastantes miembros de nuestra Iglesia. Aún conociendo la doctrina católica, el relativismo que, también, profesan conlleva que el creyente no se sienta afligido por la conculcación de la misma en materias que deberían afectar, gravemente, a su conciencia. Público y notorio son las expresiones repetidas de "para mí no es pecado" vivir en concubinato o abortar o el mal llamado matrimonio gay, etc.

Más perversa por su proyección y más peligrosa, moralmente hablando, es la posición adoptada por los cristianos públicos que abandonan su conciencia católica cuando se adentran en los parlamentos o en las disciplinas de partidos ¿cuántos de ellos se han arrepentido y han pedido perdón públicamente, como público fue su voto, de los cientos de miles de abortos que han sido favorecidos cuando no propiciados por la aprobación de la diversas leyes del aborto o de la píldora abortiva? ¿Cuántos de ellos se han arrepentido o pedido perdón  por la aprobación con una u otra denominación de uniones homosexuales o de haberlas celebrado con los militantes de sus propios partidos mayoritarios?

En este contexto, no deja de pesar en este artículo la gravedad del compartir escaños en la misma formación política con los que promueven y fomentan lo hasta aquí denunciado, en el desprecio a la moral objetiva o, incluso, el ser parte de listas electorales con ellos. Yo, tal vez sea escrupuloso, no podría vivir tranquilo sabiendo que, gracias a mi reconocida condición de católico, arrastrara tras de mí en la misma candidatura a tantos que, posteriormente, no van a defender ningún postulado que aliente las raíces cristianas de Europa. 

 

Fuente: Diario ya

http://www.diarioya.es/content/de-la-obediencia-de-rodillas

viernes, 8 de mayo de 2009

Raíces cristianas de Europa II


Orientaciones ante las elecciones

Joaquín Jaubert. 8 de mayo. 

Los obispos, en su función de enseñar, como pastores de la Iglesia “tienen la obligación y el derecho de orientar el discernimiento moral que es necesario hacer cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común” (30 – I – 2008). Así el episcopado español no ha dejado de iluminarnos en los procesos electorales para que podamos decidir desde una “conciencia rectamente formada” (17 – II – 2000). La soberbia de nuestra sociedad reacciona negativamente cuando alguien afirma querer orientarla, es decir prefiere la manipulación mediática que nos haga creer que todo lo hemos pensado solitos. Lo cierto es que el católico no ha asumido su relación con el Magisterio Eclesial creyendo que el Papa y los obispos no deben hablar más que de la Santísima Trinidad y administrar los sacramentos. Sin embargo, lo que afecta a la moral y a lo social tiene grave incidencia en la enseñanza de la Iglesia. Incluso el voto debe ser coherente con la fe que se profesa en materias como el derecho a la vida, a la protección del matrimonio y de la familia, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la información veraz.Resumiré, muy brevemente, en sus puntos fundamentales, tres notas de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española fechadas el 17 de febrero de 2000, el 18 de febrero de 2004 y el 30 de enero de 2008. Se parte del hecho constatado de que las distintas opciones, en lo que concierne a lo público o político, no agotan ni el Evangelio ni la doctrina de la Iglesia, pero también de que hay un variado espectro de posiciones que incluye desde las opciones que, con sus limitaciones, no las contradicen y las que en diversos grados sí lo hacen.

En todos estos documentos, se refiere nuestro episcopado a la cultura de la muerte. En este tema, creo que la exposición siguiente es muy completa: “La tutela efectiva del derecho a la vida de cada ser humano desde su concepción hasta su muerte. La producción de embriones humanos y, en particular, su destinación premeditada a la investigación que los mata; el aborto procurado, en cualquiera de sus formas, y la eutanasia, son atentados contra el derecho a la vida que dañan gravemente el bien común y que deben ser justamente prevenidos por las leyes. Declarar que tales acciones serían supuestos derechos civiles, significa llamar bueno a lo que es malo y es situarse en abierta contradicción con el derecho fundamental a la vida” (14 – III- 2004). Por tanto, de ningún modo se puede apoyar, en conciencia rectamente formada, a los que promueven leyes o las mantienen, asumiendo centenares de miles de crímenes. 

En referencia a la familia, citando a Benedicto XVI: “Es preciso afrontar - señala el Papa - con determinación y claridad de propósitos, el peligro de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social”. La legislación debe proteger al matrimonio, empezando por reconocerlo en su ser propio y específico (30 – I – 2008). El apoyo claro y decidido a la familia, fundada en la unión indisoluble de vida y amor de una mujer y un varón, es decir, en el verdadero matrimonio (14- III – 2004).

Promoción de una cultura dignificante de la persona y respetuosa con los valores morales y las creencias religiosas, base del verdadero progreso (2000) pues “No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna” (2008). 

Y, en referencia al bien moral de buscar la unidad, recuerdan las palabras de Juan Pablo II a los obispos italianos - “superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros del separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada” por parte de todos. (2008).

La realidad, con meridiana claridad, nos muestra que el pensamiento y la práctica de gobierno de los partidos mayoritarios se han apartado de algunos fundamentos básicos de los recordados en este resumen, razón que llevó a recordar al entonces Obispo de Pamplona-Tudela Mons. Sebastián que “Hoy en España hay algunos partidos políticos que quieren ser fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad, como p.e. Comunión Tradicionalista, Alternativa Española (…). Tienen un valor testimonial que puede justificar un voto (…) podrían llegar a entrar en alianzas importantes si consiguiesen el apoyo suficiente de los ciudadanos católicos (…) son dignos de consideración y de apoyo (17 – III – 2007).

Las raíces cristianas de Europa, con sus valores y principios reseñados en este artículo y que tanto han preocupado a los dos últimos papas están en juego, ¡católicos sed coherentes! 

http://www.diarioya.es/content/ra%C3%ADces-cristianas-de-europa-ii