martes, 7 de julio de 2009

Un segundo aniversario para «Summorum Pontificum»

Luis Joaquín Gómez Jaubert

«El Motu Propio papal va más allá de una imposición, que es el modo que parece que algunos entienden como única manera de hacer posible la obediencia en la Iglesia, y por supuesto de una proposición. Es ley que reconoce un derecho. No es un privilegio ni un indulto».


El año pasado, por estas mismas fechas estivales, comenzaba escribiendo una columna, los viernes en el diarioya.es, que continuaré mientras Dios quiera, con un artículo titulado «Un primer aniversario». Se cumple, el día 7 del presente mes, el segundo año de la aparición del texto pontificio Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI otorgando carta de ciudadanía al rito latino de celebración de la Santa Misa y de la totalidad de los sacramentos, conocido, principalmente, como Tradicional o gregoriano. Con el presente, inicio mi colaboración con ReL recordando un párrafo del citado artículo por considerar que los acontecimientos no han variado, excesivamente, la situación de lo entonces comentado:

«Hay como un cierto recelo en buena parte del clero que no termina de considerar entre sus objetivos pastorales lo que significa la expresión “derechos de los fieles”. El Motu Proprio papal va más allá de una imposición, que es el modo que parece que algunos entienden como única manera de hacer posible la obediencia en la Iglesia, y por supuesto de una proposición. Es ley que reconoce un derecho. No es un privilegio ni un indulto, términos que podrían aplicarse, ejemplo que elijo sólo por su difusión, a la concesión no universal de la comunión en la mano prohibida en algunas diócesis, sino un verdadero derecho universal que no puede ser vetado y que configura el correspondiente deber por parte de quien ha de atender a aquel o aquellos que reclaman en sus diócesis el reconocimiento del citado derecho a participar de los Sacramentos con los rituales de 1962».

Me causa tristeza comprobar como el problema «episcopal» no lo tiene Su SantidadBenedicto XVI sólo con los obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. El texto del Motu Proprio, claro en su exposición, ha producido reacciones, en el episcopado, que abarcan desde su aceptación y aplicación al rechazo más extremo, del blanco al negro. Sin embargo, pienso que a las citadas posturas, en un grisáceo con distintas tonalidades según los casos, hay que sumar todas aquellas otras que usan del documento, no como Motu Proprio papal sino como Motu Proprio del Ordinario de turno, interpretándolo arbitrariamente sin respeto al texto ni a una coherente lectura. No son de recibo algunos de los argumentos muy repetidos que, en respuestas a las peticiones realizadas, se han dado a lo largo de la geografía católica forzando las disposiciones del Santo Padre hasta una apariencia de manipulación. La redacción del texto da libertad, entre otros, a los párrocos precisamente para evitar las dificultades en las que, en muchas ocasiones, se encontraron numerosos peticionarios a tenor de las facultades establecidas en los documentos anteriores Quattuor abhinc annis y Ecclesia Dei a los obispos diocesanos, algunos de los cuales no tenían una visión lo suficiente amplia y universal para apreciar la importancia de las pretensiones papales, en aquel entonces, de Juan Pablo II.

Para entender bien el documento, hay que repasar el Art.7 pues en él se muestra con diáfana claridad hasta donde llega la preocupación de Benedicto XVI para que sean atendidos los que demandan su legítimo derecho: «Si un grupo de fieles laicos, como los citados en el art. 5, §1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei». Vamos que de una forma o de otra, antes o después, han de ser atendidos.

El documento busca hacer posible algo tan católico como la expresión, en una diversidad litúrgica dentro de un único rito, de la unidad de la Fe. Los obispos orientales lo entenderían muy bien. Afirmar que la convivencia de dos expresiones de la liturgia afecta a la unidad es no entender la catolicidad. Yo, que celebro las dos formas en la parroquia donde sirvo, jamás he visto ninguna actitud esquizofrénica en los que acuden a ambas, según se tercie su plan dominical con respecto a los horarios de Misa, ni tampoco batallas entre los que salen de una celebración con los que entran en la otra. Más deberíamos preocuparnos no sólo por los abusos litúrgicos sino por la realidad de que muchos fieles que asisten a la misma celebración eucarística no piensan igual ni sobre la resurrección ni sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ni sobre la infabilidad papal ni… sobre casi todos los dogmas católicos.

No deseo extenderme más sobre otros puntos no asumidos del documento. Solamente deseo aprovechar el final de este escrito, para rendir mi homenaje personal al Cardenal Castrillón Hoyos que el día 4 de este mismo mes cumplió 80 años y que, en aplicación del artículo 12 Motu proprio Summorum Pontificum, ha trabajado hasta el límite de sus fuerzas por hacer posibles los deseos del Papa. Con él he colaborado en los últimos años porque así lo deseó y no puedo decir más que buen señor fue y que tal vez, al contrario que le sucedió al Cid, fuimos los «vasallos» los que no estuvimos a la altura.

Por qué la Iglesia condena los totalitarismos

En estos últimos días, se han disparado en los medios de comunicación comentarios varios sobre la celebración de las Olimpiadas en un país nada respetuoso con las mínimas libertades y derechos del ser humano. Much

os, intencionadamente, han reducido sus comentarios a la injusta situación del Tibet no abordando en sus informaciones aquella en la que se encuentra la Iglesia Católica y, en general, la padecida por el pueblo chino. Incluso los medios más cercanos a los criterios católicos no han sabido diferenciar entre un sistema autoritario, una dictadura y un totalitarismo cual es el que, todavía, subsiste en la China comunista realizando comparaciones cuando menos injustas que harían sonrojar al recientemente fallecido premio Nóbel de literatura Aleksandr Solzhenitsyn que sufrió en la URSS, y valientemente denunció, el sistema totalitario socialista soviético y pudo comprobar la distancia abismal con un sistema autoritario que, curiosamente, condenó el totalitarismo comunista. Y es bueno diferenciar porque, precisamente, en las diversidades se puede descubrir la tremenda crueldad, en todos los ámbitos, que los totalitarismos en sus coincidencias ejercen sobre sus súbditos aherrojados a la esclavitud más profunda y a la muerte que no siempre aparecen en algunas dictaduras que sólo tienen una finalidad temporal, que responde a acontecimientos de la nación donde se implanta, sin buscar contra natura ocupar todos los espacios vitales de la persona, respetando libertades económicas y sociales. Esta bestialidad de la que tratamos llevó a Pío XI a condenar los totalitarismos: el comunista, condenado anteriormente por Pío IX, León XIII y el propio Pío XI; el nacional socialista; y denunciar el fascista, también, de origen socialista. 

Tres encíclicas de Pío XI Divini Redemptoris sobre el comunismo, Mit Brennender Sorge sobre el nazismo, y Non Abbiamo Bisogno sobre aspectos del fascismo referidos al asociacionismo católico y a la educación de niños y jóvenes, nos ilustran sobre lo que comparten todos los totalitarismos. Que unos sean neopaganos, con la presentación de términos cristianos vaciados de contenido o adulterados, y el otro ateo no impide la coincidencia en lo esencial. Por supuesto, les identifica sus parecidas concepciones del Estado, la actuación del mismo y la repercusión en la persona, la familia, la sociedad y la Iglesia. Según el Magisterio Pontificio son características comunes en estos sistemas políticos: la utilización de la mentira en la propaganda, expuesta masivamente en los medios de comunicación social contra la Iglesia y la Verdad Católica; el uso de la represión contra las asociaciones católicas; las burlas a todo lo sagrado fomentadas desde el gobierno; la consideración de la Iglesia como un poder extranjero, incluso, en algún caso, creando iglesias nacionales dependientes del partido único; educación a los niños y jóvenes en una nueva moral, inventada por el hombre, apartando a los padres de este derecho y deber natural en la institución familiar y, por supuesto, a la Iglesia; la reducción de la religión a la esfera de lo privado; incumplimiento si los hubiere de pactos y concordatos; legislaciones contrarias al Derecho Natural; el relativizar el derecho a la vida o a vivir la vida; etc. Lógicamente, al escribir los documentos el Papa Pío XI no conocía las manipulaciones genéticas y demás hechos descubiertos con posteridad.

Supongo que en la lectura del párrafo anterior, más de un lector de nuestro periódico estará pensando que la mayoría de lo condenado por el Magisterio Pontificio contra los totalitarismos le suena muy actual y no sólo en la China de la Olimpiadas. Y se podrá preguntar con toda razón ¿pueden existir visos de totalitarismo en algunos sistemas políticos democráticos occidentales? Pues sí, así de claro, la partitocracia nos está conduciendo al dominio temporal de dos partidos “únicos” que comparten lo fundamental y cuyos dirigentes pueden estar endiosados y deseando, como antaño los sistemas en este artículo expuestos, cambiar el mundo desde unas opciones generadas en la mente perturbada de los que alejados de Dios se creen dioses.


"De la obediencia de rodillas"

 De la Obediencia de rodillas. Palabras y signos.

No ha dejado Benedicto XVI de motu proprio o a través de las congregaciones pontificias de abordar algunos temas que, por mal tratados en ámbito eclesiales, le preocupan en orden al mandato que ha recibido de Cristo de confirmar en la Fe a sus hermanos y pastorear a su rebaño. También, se caracteriza su pontificado por el manejo sabio de los signos para aquellos que sepan leer en los mismos. Entre los primeros me fijaré en la obediencia y, entre los segundos, en la comunión de rodillas.

 

El Papa nos presenta, en diversas intervenciones, el ejemplo de obediencia de Jesús y de María. El 8 de septiembre de 2007 dirigiéndose a los sacerdotes y consagrados, en Austria, destacó que “Jesús vivió toda su vida (…) en la escucha del Padre, en la obediencia al Padre”. Anteriormente, en Alemania, el 11 de septiembre de 2006,  recordó que en María encontramos "la humildad y la generosidad de aceptar la voluntad de Dios". Cristo y su madre están unidos por la aceptación de la voluntad de Dios, por el sí a la obediencia, que María plasma en la Anunciación. "En este doble sí, la obediencia del Hijo se hace cuerpo, María le da el cuerpo. Lo que tienen que ver uno con otra es este doble sí”.
 
Estos ejemplos los expone como modelos de comportamiento para todos los cristianos, aplicándolo, en bastantes ocasiones, a determinadas personas que desarrollan alguna misión específica en la Iglesia. Así, en octubre de 2006, meditando sobre la misión de los teólogos en laIglesia advirtió que los llamados a este servicio deben “buscar la obediencia a la verdad” y no desvirtuar la palabra y el alma “al hablar obedeciendo a la dictadura de las opiniones comunes” lo que debe ser considerado “como una especie de prostitución de la palabra y del alma”. En este sentido, teniendo como destinatarios las almas consagradas les dice proponiendo el ejemplo por esencia, que Jesús " no actúa nunca sólo para sí, ni para complacer a los demás. Actúa partiendo siempre de la voluntad del Padre". Un Jesús que, a su vez, debe ser obedecido no en la abstracción ya que “la obediencia a la voluntad de Dios, la obediencia a Jesucristo, debe transformarse muy concretamente en una humilde obediencia a la Iglesia”. Jesús está presente entre nosotros de modo concreto en su cuerpo, la Iglesia. Pensamientos que también aparecen, lógicamente con otra redacción, en el documento El servicio de la autoridad y la obediencia de 28 de mayo pasado emitido como instrucción por La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
 
Por tanto, Benedicto XVI contrapone la obediencia a Dios, a Jesucristo a través de la Iglesia frente una perniciosa obediencia a la dictadura del mundo. La primera nos realiza en tanto en cuanto es obediencia a quien sabe de nosotros más que nosotros mismos, la segunda nos conduce a prostituir una realidad de por sí hermosa. Pero el contexto histórico nos sitúa ante una crisis que infecciona todos los ámbitos con respecto a la obediencia. En un número elevado, los hijos no obedecen a los padres, los alumnos hacen lo propio con los profesores y hasta los mandos de los ejércitos ven menoscabada su autoridad. Por un proceso de ósmosis la Iglesia se ve afectada en sus miembros en la decadencia de una práctica virtuosa. Obispos, sacerdotes, religiosos, seglares sin hacer diferencias en adscripciones o corrientes de pensamiento… todos padecemos una sobrevaloración de nuestras opiniones por encima incluso, algunas veces, de dogmas y jerarquías. La mentalidad antropocéntrica en muchos puede más que una fe en Cristo y su Iglesia y, por tanto, no vivida.
 
En este orden de cosas, no deja de ser curioso que, desde hace unos meses, en todas las Misas celebradas por el Santo Padre la comunión la administre con el fiel de rodillas. Yo tuve la oportunidad, en dos ocasiones durante celebraciones de Juan Pablo II en Roma, siendo cardenal el actual Papa de darle la comunión que recibió reverentemente de rodillas. No hace nada extraordinario, si tenemos en cuenta que todos tenemos derecho, según las directrices pontificias desde que finalizó el concilio Vaticano II, a recibir la comunión de rodillas aunque extrañamente se hayan quitado los reclinatorios y no creo, precisamente, que para facilitarla. En definitiva, el meollo del tema es que obedecer y arrodillarse están relacionados. Comulgar a Cristo de rodillas nos coloca en nuestro sitio como adoradores del Dios hecho carne, de un misterio divino ante el cual trazamos una diferencia con mundo: de rodillas sólo ante Dios. “Al nombre de Jesús toda rodilla de doblará…” Palabra de Dios. No somos iguales, está claro. Pues bien, se hace mucho más fácil la obediencia cuando partimos de esta realidad y de una Fe que mira al misterio que está por encima de nosotros y ante el cual, como Jesús y María, decimos hágase tu voluntad aunque no siempre la comprendamos. La Iglesia y el Papa son parte del misterio por voluntad de Cristo.   

Fuente: Diario ya

http://www.diarioya.es/content/de-la-obediencia-de-rodillas

Padre Jaubert titula su columna de hoy "Conversión y conversiones"

 Conversión y conversiones

El término conversión es utilizado en diversos contextos, sin embargo a nadie se le escapa que el religioso es el que más le ha dado proyección. Aún dentro de este ámbito adquiere distintas connotaciones, según a que tipo de cambio vital o espiritual deseemos referirlo. La metánoia palabra griega que significa conversión, se podría explicar como el movimiento interior que surge en toda persona que se encuentra con Cristo. Muchos bautizados disfrutan de un proceso de conversión como ha sucedido con Ingrid Betancourt durante su secuestro, hecho poco destacado por los medios del sistema antirreligioso que padecemos en España.

Otro ejemplo de converso se aplica a todos aquellos que, siendo cristianos de distintas confesiones, descubren a la Iglesia católica como la única que se identifica en plenitud con la fundada por Cristo. Intelectuales, escritores, científicos, actores de cine famosos, políticos, etc. que sería prolijo citar son buena muestra de ello. Y, por último, están los miembros de otras religiones y ateos que se encuentran con Jesús cuál es el caso del musulmán recientemente bautizado por el Papa Benedicto XVI, Magdi Cristiano Allam.

En este orden de cosas el congreso anual Camino a Roma de conversos al catolicismo, organizado por la Asociación Católica Internacional Miles Iesus muestra este imparable fenómeno. El goteo de conversiones no ha dejado de ser una constante en el siglo XX, aunque con un declive importante en las primeras décadas después del Vaticano II. Tendencia que ya es historia pues ha sido superada como se puede observar en diversas estadísticas con doscientas mil personas por año que descubren la Verdad, cerca de un millar de ministros protestantes y no pocos pastores de confesiones cristianas que, en esta última década, solicitan su ingreso en la Iglesia católica.

Ahora bien, la intención final de este artículo era apuntar el fenómeno de la posible conversión de un sector numeroso de fieles de comunidades eclesiales separadas que desean ser católicos en bloque. Me refiero, en concreto, a los que viendo el derrotero de la Comunión Anglicana se percatan, por las consecuencias perniciosas de su desarrollo, del pecado de origen de su mal denominada iglesia. No podemos, en este sentido, olvidar las palabras dirigidas por Jesús al Padre en el capítulo 17 del Evangelio de san Juan, planteando la unidad de sus seguidores.

Lo cierto es que son muchas las ocasiones durante la historia en las que se han separado de la Iglesia Católica, por distintas razones,  importantes grupos de cristianos. Desde ese entonces, los intentos de Roma invitando a la unidad no han dejado de producirse pues su catolicidad le da precisamente una proyección que, por ejemplo, no tienen muchas Iglesias orientales, ligadas a naciones ni comunidades eclesiales protestantes. Ofertas unionistas las propusieron Pío IX, León XIII, Pío XI y Pío XII y, posteriormente, se han utilizado distintos medios, más o menos acertados, para alcanzar esta finalidad en todos los papados hasta nuestros días. Anteriormente, destacar el Concilio de Ferrara- Florencia de 1438-1439 que, junto a otros intentos, tuvo como resultado durante los siglos posteriores la realidad de uniones con Roma de importantes grupos del Oriente cristiano, conocidos como uniatas que conservan, paralelamente a los cismas Orientales, todos los ritos y costumbres, haciendo manifiesta la universalidad católica hasta en el derecho y manteniendo el lugar de ese pulmón espiritual dentro de la Iglesia hasta la consecución de la unidad católica pedida por Cristo.

En estos últimos meses se han dado precedentes de estas posibles futuras nuevas conversiones masivas. El padre Victor Tudor, sacerdote ortodoxo rumano, tras ser testigo de un gran milagro realizado por Dios a través de la intercesión del santo padre Pío, solicitó entrar en la Iglesia católica y con él todos sus parroquianos. El Obispo Mar Bawai Soro de la Iglesia Asiria de USA, junto a sus clérigos y tres mil fieles, se ha sumado a la Iglesia Católica Caldea. Como precedente inmediato, en el tema que nos ocupa, tres parroquias completas de la rama irlandesa de la comunión anglicana, han pedido ser recibidas en el seno de la Iglesia Católica, que hemos de sumar a miles de episcopalianos y otros anglicanos del mundo. Se sabe de cristianos de estas comunidades en doce países unidos en el interés de mirar a Roma como la solución y respuesta a sus inquietudes.

Ahora bien, una conversión implica un serio cambio en aspectos importantes de doctrina dogmática y moral amén de examinar, como se ha realizado con antiguas parroquias episcopalianas, si es posible la conservación de una liturgia, bastante digna y tradicional, y algunas características de vida eclesial en el marco de una especial configuración canónica. A nosotros nos toca rezar por la unidad recordando los miles de conversos que aparecen convertidos masivamente en los Hechos de los Apóstoles.

"La perversión de la palabra", título del artículo del Padre Jaubert, hoy en DiarioYa.es

 La perversión de la palabra


En el capítulo primero del Evangelio de San Juan que, por su trascendencia, se lee al final de la Santa Misa en el rito latino modo extraordinario o gregoriano se nos dice que el Verbo o Palabra se hizo hombre o carne, según la traducción elegida. El que se presenta como Camino, Verdad y Vida es la Palabra. Por tanto, la Palabra en su esencia es Verdad y Vida. En la celebración eucarística, durante la Liturgia de la Palabra, se nos recuerdan las palabras del Verbo encarnado, único camino de salvación, que son, por lo expuesto, palabras de vida. Los Apóstoles y discípulos de Jesucristo son enviados por Él a predicar al que es Verbo y a sus palabras.

Consecuencia lógica de lo afirmado es que, a sensu contrario, el Maligno se pueda considerar como la antítesis de la Verdad y de la Vida y, por ello, del Verbo o de la Palabra. El Enemigo es, también, la anti – palabra y sus palabras pertenecen al reino de la falsedad pues no podemos olvidar que los textos sagrados lo identifican como el padre de la mentira. Y si los enviados de Jesús difunden y dan a conocer al mundo la Verdad revelada en el mismo Cristo, los secuaces del demonio harán lo propio con la mentira, pervirtiendo el verdadero rostro de la Palabra y el sentido auténtico de las palabras de Vida. La estrategia es utilizar los mismos términos a los que, primero, se vacía de contenido y, en segundo lugar, se les da uno nuevo.

Por la propia naturaleza del ser humano, nadie busca el mal para sí mismo. Hay que presentar el mal como bien para conseguir la aceptación social de cualquier iniciativa maligna. En este obrar, además de los secuaces del mal, están los inevitables compañeros de viaje, tal vez mayoría, que no alcanzan a comprender su complicidad y corresponsabilidad en tan tenebrosas maniobras. Gobiernos, mayorías parlamentarias, leales oposiciones, medios de comunicación, etc. son, en el tiempo que nos ha tocado vivir, los predilectos, por su proyección, para ser elegidos y enviados por el tentador, aunque no siempre todos sucumban a la envenenada invitación. No nos engañemos y, en honor a la Palabra que es Verdad, digamos con claridad que, de la misma manera que puede existir una política cristiana puede haber otra demoníaca, con pacientes, e históricamente largos, caminos intermedios.

Pensar que la cultura de la muerte, con sus abortos y eutanasias, que dice defender la dignidad de la vida; la destrucción de la unidad matrimonial, que afirma buscar un nuevo tipo de concordia; las iniciativas contra natura, que hablan de otras naturalezas que no provienen de la creación de un Dios; la reducción de la vida del creyente, sobre todo cristiano, a lo íntimo del corazón, en nombre de una mayor libertad religiosa o la perversión de los niños al socaire de que son libres con respecto a los principios y creencias de los padres… son simples coincidencias contemporáneas, pertenece al mundo de una peligrosa inocencia. Hay una perversión del lenguaje y la anti palabra destructora del orden natural de las cosas, con la equivocidad de sus planteamientos, conquista, aparentemente, terreno a la Palabra creadora. Por un tiempo, la destrucción quiere imponerse a la creación.

Hay, en definitiva, una política del Maligno que usa la palabra como su gran medio de avance. Los poderosos de nuestra Patria no son indiferentes a este discurrir de la cosas, más bien son sus promotores. Como decía Jesucristo, al final de la lectura del Evangelio del domingo pasado, “el que tenga oídos, que oiga”.

Fuente: Diario ya

http://www.diarioya.es/content/la-perversi%C3%B3n-de-la-palabra-t%C3%ADtulo-del-art%C3%ADculo-del-padre-jaubert-hoy-en-diarioyaes

El Padre Jaubert escribe sobre la "telepederasti

Telepederastia: los menores indefensos

No seré yo quien, como algunos intrusos, me introduzca en la labor de la Real Academia de la Lengua para proponer que se añada en el diccionario un nuevo vocablo ni, tampoco, quien desee presentarse como filólogo. Sólo planteo un fenómeno preocupante por su generalización y aceptación social. Y es que en estos días se ha vuelto a celebrar, con la anuencia y asistencia de autoridades políticas, el “día del orgullo gay” cuando, no hace tantas semanas, la sociedad se escandalizaba de un todavía rechazado “día del orgullo pederasta”, olvidando con qué rapidez, como ocurrió con el primero, en el Occidente, se pasa del escándalo a la defensa de un mismo tema, sin que este comentario suponga que esté poniendo al mismo nivel realidades de diversa etiología, aunque ambas peligrosas para el futuro moral de una civilización que, de seguir estos derroteros, como ya acaeció con otras en el pasado, está abocada a su desaparición.

 

Ciertamente, no hay un solo día en el año que no sea de orgullo gay por el papel protagonista, y siempre positivo, que han asumido en la programación de la mayoría de los medios de comunicación social y en los proyectos de los partidos mayoritarios. Este rol impuesto, al que no se puede criticar sin que le caiga al que ose realizar un comentario negativo el peso de la desautorización y el desprecio por parte de los custodios de la “verdad oficial”, tiene como fin convencer de la bondad del ejercicio, que no sólo de la tendencia, de una forma de entender la vida que va contra el orden natural de las cosas. Y todo ello sabiendo de una audiencia de menores de edad pues la franja horaria de este tipo de propaganda ocupa, se entiende que por la posibilidad de su aparición, las veinticuatro horas de programación. No olvidemos cómo campañas parecidas fueron llevadas a cabo con temas como el aborto, hoy en día también caballo de batalla de una falsa política social para terminar imponiendo su ampliación. Si el clima social es contrario no importa, precisamente se trata de cambiarlo por los autores de la “nueva sociedad” con respecto a los cuales, no siendo inspirados por Dios que no puede ir contra su creación, no hace falta que nos preguntemos quién inspira y guía sus pensamientos.

 

En este tipo de proceso, la mentira en la propaganda ocupa un lugar privilegiado como se demostró en las cifras que se barajaban de parejas en crisis en orden a la legalización del divorcio, número de personas interesadas en abortar y, últimamente, las parejas homosexuales que deseaban casarse. Ciertamente, después de un cuarto de siglo de mentalización se cumplen las primeras previsiones: ya se ha conseguido la transformación de la sociedad.

 

Ahora bien, para la progresiva aceptación social de determinados comportamientos se ha de buscar la frase idónea paralela a la “interrupción voluntaria del embarazo” que terminó anulando la implicación moral del término aborto. La cuestión es si lo que parecía imposible en naciones cristianas, la contemplación pasiva del aborto y de las uniones gay como algo natural, se podría dar en un futuro en el triunfo de la pederastia. Ya van lanzando el nuevo eufemismo: “derechos sexuales de lo menores a estar con mayores” que comienza con la disminución de la edad de los primeros que pueden dejarse “seducir”, en la práctica sin problemas penales para los adultos seductores por una inducida aceptación del menor, sin concebir la perversión de menores como una realidad que siempre se ha dado al no tener lo suficientemente en cuenta la maleabilidad de los infantes. En un mundo tan sexualizado como el que padecemos todo es posible.

 

No hace mucho escribía en otro periódico: “Partiendo de la definición de pederastia del diccionario de la lengua española como abuso deshonesto cometido contra los niños y, en segunda acepción, sodomía podemos afirmar que abusos pederastas son, también, por extensión  la aprobación cómplice, por parte de legisladores y representados, de leyes de tal carácter, en nombre de la libertad sexual de los menores, y el asumir, sin protestar, una programación, en casi la totalidad de los medios de comunicación, en cierto modo pederasta (tele - pederastia), en cuanto que los mismos han promovido, abusando de su condición, la destrucción moral de la niñez”.

 

En este orden de cosas, delito, es mostrar a un menor películas pornográficas, pero no lo es si lo que ve y oye se emite en un medio de comunicación pues las protestas continuas de padres y asociaciones no llevan a la consideración de delincuente a nadie. Y esto es en definitiva lo que puede suceder que, mentalizando como primer paso, se estaría de forma pederasta iniciando un proceso de sodomizar, por ejemplo, a nuestros pequeños, bajo la capa protectora de que se les está enseñando a ser tolerantes, lo que en sí no es malo, cuando lo que, realmente, se consigue o se persigue es desvirtuar el equilibrio natural de la mayoría de los niños induciéndoles a pensar que una amistad con una persona del mismo sexo puede, ¿y debe?, manifestarse sexualmente. Algunos textos de la “Educación para la Ciudadanía” son buena muestra de lo afirmado. En definitiva, lo que pretenda el poder a través de los medios de comunicación a su servicio, telepederastia, y de una nueva concepción de la enseñanza, puede ser el día de mañana una horrenda realidad pues, en determinados temas, cierta actividad mediática tiene tintes de perversión de menores y, por tanto, de pederastia como sucede presentando las imágenes del “día del orgullo gay”, no aceptadas por una gran cantidad de personas con tendencia homosexual con un mínimo de conciencia, como una opción “natural” más de la vida.

Fuente: Diario Ya

http://www.diarioya.es/content/el-padre-jaubert-escribe-sobre-la-telepederastia

 

Los viernes, la columna del Padre Jaubert, en DiarioYa.e


 

Se cumple, el día 7 del presente mes, el primer año de la aparición del texto pontificio Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI otorgando carta de ciudadanía al rito latino de celebración de la Santa Misa y de la totalidad de los sacramentos, llamado Tradicional, y ahora presentado como modo extraordinario o gregoriano esta última denominación en referencia a san Gregorio Magno (590-604) que elaboró el armazón del citado rito aunque el canon data de san Gelasio (492-496) y las partes más importantes se remontan al Papa de origen hispano san Dámaso (366-384), nunca abrogado y cuya última pequeña reforma fue realizada por el Beato Juan XXIII, con una antigüedad, por tanto, más que milenaria o todavía mejor enraizado en los primeros siglos de la Iglesia. No deja de impresionar la actividad vertiginosa que, en algunas naciones, se ha producido por la aplicación de este documento bien sobre los pilares de comunidades preexistentes al Motu proprio, que ya gozaban de su celebración, bien sobre los edificados por otras nuevas forjadas al amparo de la iniciativa papal en todos los continentes. Estados Unidos, Francia, Italia son buena muestra de lo expuesto.

 

Las declaraciones continuadas del Cardenal Castrillón Hoyos, a la sazón Presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei a la que se ha encomendado la vigilancia de la aplicación del texto pontificio y el auxilio a los que, interesados en la misma, no encuentran eco a sus legítimas peticiones en sus iglesias locales, nos presentan a un Vicario de Cristo deseoso de que los dos modos, ordinario y extraordinario del rito latino, sean conocidos por sacerdotes y seminaristas y los dos celebrados en todas las parroquias.

 

Es verdad que no en la totalidad de las diócesis la recepción del documento, durante este año de vigencia, ha sido la idónea ni en algunas su aplicación se ha producido siguiendo las pautas trazadas por el mismo. Hay como un cierto recelo en buena parte del clero que no termina de considerar entre sus objetivos pastorales lo que significa la expresión “derechos de los fieles”. El Motu Propio papal va más allá de una imposición, que es el modo que parece que algunos entienden como única manera de hacer posible la obediencia en la Iglesia, y por supuesto de una proposición. Es ley que reconoce un derecho. No es un privilegio ni un indulto, términos que podrían aplicarse, ejemplo que elijo sólo por su difusión, a la concesión no universal de la comunión en la mano prohibida en algunas diócesis, sino un verdadero derecho universal que no puede ser vetado y que configura el correspondiente deber por parte de quien ha de atender a aquel o aquellos que reclaman en sus diócesis el reconocimiento del citado derecho a participar de los Sacramentos con los rituales de 1962.

 

España goza con la oferta de la posibilidad de asistir a la Santa Misa según el modo extraordinario en las diócesis pastoreadas por cardenales, excepción de Valencia, es decir Toledo, Madrid, Barcelona y Sevilla y algunas pocas diócesis, que espero citar sin exclusiones Pontevedra, La Coruña, Albacete, Murcia, Pamplona, Palma de Mallorca y Tenerife. Aunque peticiones, desde hace varios meses, firmadas por numerosos fieles, se han presentado en Oviedo (Gijón) y Salamanca. Otras, entre las que se encuentra Málaga, cuentan con muchos seguidores a la espera. También, en nuestra Nación, hay dos comunidades religiosas acogidas al derecho de participar en esta liturgia tradicional: el Oasis Jesús Sacerdote, Monasterio de clausura femenino, en Barcelona, con suficientes vocaciones para otra nueva fundación en España, y la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina en Galicia.

 

No es un capricho de este papa, como ciertos medios nos quieren hacer ver. Ya Juan Pablo II, como han recordado sus colaboradores, preparaba un texto parecido. Es la respuesta a una necesidad que favorezca a la sacralidad del culto, ausente en algunos ambientes eclesiales, por los abusos denunciados por todos los papas desde Pablo VI, y que aporta las riquezas de un tesoro que es patrimonio de toda la Iglesia

Fuente: Diarioya

http://www.diarioya.es/content/los-viernes-la-columna-del-padre-jaubert-en-diarioyaes