Conversión y conversiones
El término conversión es utilizado en diversos contextos, sin embargo a nadie se le escapa que el religioso es el que más le ha dado proyección. Aún dentro de este ámbito adquiere distintas connotaciones, según a que tipo de cambio vital o espiritual deseemos referirlo. La metánoia palabra griega que significa conversión, se podría explicar como el movimiento interior que surge en toda persona que se encuentra con Cristo. Muchos bautizados disfrutan de un proceso de conversión como ha sucedido con Ingrid Betancourt durante su secuestro, hecho poco destacado por los medios del sistema antirreligioso que padecemos en España.
Otro ejemplo de converso se aplica a todos aquellos que, siendo cristianos de distintas confesiones, descubren a la Iglesia católica como la única que se identifica en plenitud con la fundada por Cristo. Intelectuales, escritores, científicos, actores de cine famosos, políticos, etc. que sería prolijo citar son buena muestra de ello. Y, por último, están los miembros de otras religiones y ateos que se encuentran con Jesús cuál es el caso del musulmán recientemente bautizado por el Papa Benedicto XVI, Magdi Cristiano Allam.
En este orden de cosas el congreso anual Camino a Roma de conversos al catolicismo, organizado por la Asociación Católica Internacional Miles Iesus muestra este imparable fenómeno. El goteo de conversiones no ha dejado de ser una constante en el siglo XX, aunque con un declive importante en las primeras décadas después del Vaticano II. Tendencia que ya es historia pues ha sido superada como se puede observar en diversas estadísticas con doscientas mil personas por año que descubren la Verdad, cerca de un millar de ministros protestantes y no pocos pastores de confesiones cristianas que, en esta última década, solicitan su ingreso en la Iglesia católica.
Ahora bien, la intención final de este artículo era apuntar el fenómeno de la posible conversión de un sector numeroso de fieles de comunidades eclesiales separadas que desean ser católicos en bloque. Me refiero, en concreto, a los que viendo el derrotero de la Comunión Anglicana se percatan, por las consecuencias perniciosas de su desarrollo, del pecado de origen de su mal denominada iglesia. No podemos, en este sentido, olvidar las palabras dirigidas por Jesús al Padre en el capítulo 17 del Evangelio de san Juan, planteando la unidad de sus seguidores.
Lo cierto es que son muchas las ocasiones durante la historia en las que se han separado de la Iglesia Católica, por distintas razones, importantes grupos de cristianos. Desde ese entonces, los intentos de Roma invitando a la unidad no han dejado de producirse pues su catolicidad le da precisamente una proyección que, por ejemplo, no tienen muchas Iglesias orientales, ligadas a naciones ni comunidades eclesiales protestantes. Ofertas unionistas las propusieron Pío IX, León XIII, Pío XI y Pío XII y, posteriormente, se han utilizado distintos medios, más o menos acertados, para alcanzar esta finalidad en todos los papados hasta nuestros días. Anteriormente, destacar el Concilio de Ferrara- Florencia de 1438-1439 que, junto a otros intentos, tuvo como resultado durante los siglos posteriores la realidad de uniones con Roma de importantes grupos del Oriente cristiano, conocidos como uniatas que conservan, paralelamente a los cismas Orientales, todos los ritos y costumbres, haciendo manifiesta la universalidad católica hasta en el derecho y manteniendo el lugar de ese pulmón espiritual dentro de la Iglesia hasta la consecución de la unidad católica pedida por Cristo.
En estos últimos meses se han dado precedentes de estas posibles futuras nuevas conversiones masivas. El padre Victor Tudor, sacerdote ortodoxo rumano, tras ser testigo de un gran milagro realizado por Dios a través de la intercesión del santo padre Pío, solicitó entrar en la Iglesia católica y con él todos sus parroquianos. El Obispo Mar Bawai Soro de la Iglesia Asiria de USA, junto a sus clérigos y tres mil fieles, se ha sumado a la Iglesia Católica Caldea. Como precedente inmediato, en el tema que nos ocupa, tres parroquias completas de la rama irlandesa de la comunión anglicana, han pedido ser recibidas en el seno de la Iglesia Católica, que hemos de sumar a miles de episcopalianos y otros anglicanos del mundo. Se sabe de cristianos de estas comunidades en doce países unidos en el interés de mirar a Roma como la solución y respuesta a sus inquietudes.
Ahora bien, una conversión implica un serio cambio en aspectos importantes de doctrina dogmática y moral amén de examinar, como se ha realizado con antiguas parroquias episcopalianas, si es posible la conservación de una liturgia, bastante digna y tradicional, y algunas características de vida eclesial en el marco de una especial configuración canónica. A nosotros nos toca rezar por la unidad recordando los miles de conversos que aparecen convertidos masivamente en los Hechos de los Apóstoles.
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